De pequeña por alguna extraña razón nunca quería salir de casa, supongo que mi mundo interior era tan intenso que apenas miraba hacia fuera, a medida que me hice mayor comprendí que para conocerse más a uno mismo hay que entablar más relaciones externas, que el otro sirve de estímulo para nosotros mismos. Ahora que soy una jovencita con suerte, por haber cosechado buenas amistades me encanta traerlas a casa y prepararles una buena comida, o al menos con mucho amor, y sé que cuidar los detalles me proporciona un particular cosquilleo y sobre todo diversión, para que negarlo, me mantengo expectante ante la reacción de mis comensales, me gusta dar un toque alegre a la mesa y éste creo que puede ser uno de ellos.